Grooming Gangs
- Helena Seoane
- 26 may
- 8 Min. de lectura

Hoy, atendiendo a un tema de actualidad, la red de abuso sexual de niñas destapada en Rochdale, Gran Manchester, Inglaterra; os ofrecemos el siguiente artículo centrado en ampliar nuestros conocimientos sobre este suceso y las Grooming gangs.
Aunque para abordarlo empleemos el término en inglés, cabe destacar la importancia de describir en castellano el significado que el término encierra. En demasiadas ocasiones “disfrazamos” u “ocultamos” detrás de las palabras más o menos ambiguas o enrevesadas lo que realmente quieren indicar… El lenguaje es muy importante, el lenguaje es fundamental en el feminismo y, sobre todo, en este tipo de casos donde el concepto es tan importante, el uso del lenguajes es fundamental para exponer la gravedad de los hechos.
Grooming gangs se define como un engaño pederasta, más conocido por el anglicismo grooming (del verbo to groom, que alude a conductas de acercamiento o preparación para un determinado fin) o ciberacoso o ciberengaño pederasta. Por tanto, comprende una serie de conductas y acciones emprendidas por adultos, en muchos casos a través de Internet, con el objetivo deliberado de ganarse la amistad de menores de edad, creando una conexión emocional con los mismos, con el fin de ganarse su confianza y poder abusar sexualmente de ellos. En algunos casos se busca además la introducción del menor al mundo de la prostitución infantil o la producción de material pornográfico. Es decir, esencialmente es un engaño cometido por grupos de hombres que se aprovechan, principalmente, de niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad.
Desde Feminicidio.net, catalogan de grooming gangs a las bandas de captación que buscan atraer a menores de edad para abusar sexualmente y/o prostituirlos.

Para ahondar en el caso que nos ocupa mencionado inicialmente, nos centramos a continuación en el documental de la BBC “The betrayed Girls” (en castellano “Las chicas traicionadas”), el cual os recomendamos encarecidamente si el tema es de vuestro interés. En él se narran los despropósitos, los errores y el silencio perpetrado por varios sectores de la sociedad en torno a esta problemática. A través de los testimonios de algunas víctimas y de los alegatos de profesionales como Sara Rowbotham, concejala laborista en Rochdale y extrabajadora de salud; o la exdetective de policía del Gran Manchester Maggie Oliver, se expone detalladamente la red de violencia sexual contra menores que llegó a desplegarse en esta localidad. También suponen una interesante aportación los artículos del periodista Andrew Norfolk, quien investigó durante tres años esta red de captación de menores y pudo escribir acerca de lo que descubrió en la revista Times.
El documental se divide en diferentes partes, siendo el eje central y vertebrador lo ocurrido durante el año 2003. En este año se da un fenómeno de alarma social debido al aumento de jóvenes embarazadas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. En este punto, incidimos, de nuevo, en que el engaño pederasta callejero, como el del caso que nos ocupa, involucra a un grupo de abusadores – hombres en su mayoría - que se dirigen a menores vulnerables – niñas y adolescentes generalmente. La trampa mediante la que son captadas se lleva a cabo en un lugar público, ofreciéndoles dulces, alcohol, drogas o comida a cambio de sexo. Los objetivos del grupo de abusadores, es decir, las menores, suelen estar bajo el cuidado de la autoridad local. Concretamente, en el caso Rotherham, un tercio de las menores captadas eran conocidas anteriormente por haber sido atendidas desde servicios sociales.
Los testimonios de las supervivientes, llamadas por los abusadores “easy meat” (carne fácil), son espeluznantes. La dinámica habitual durante el engaño consistía en llevarlas de fiesta, drogarlas y emborracharlas para que después tuvieran relaciones sexuales con hombres; es decir, para ser violadas. Los captores explotan sin escrúpulo los factores de vulnerabilidad que estas niñas presentan dada su situación: estos depredadores se aprovechan de sus traumas, de la necesidad de ser escuchadas que ellas mismas verbalizan, de su ansia de cariño, de cercanía con otra personas, de anhelar un trato no prejuicioso (a sus ojos claro) o sencillamente de la carencia de una casa o un recurso residencial al que ir y en el que refugiarse.

El caso de Victoria Agoglia es sustancialmente cruel y demoledor. La joven murió con quince años a causa de una sobredosis. Esta menor había tenido una relación espantosa tanto con los servicios sociales como con la policía. En una carta dirigida a las autoridades, narró la situación que atravesaba y todo su sufrimiento y, sin embargo, no hubo ninguna actuación policial al respecto. Como resultado, Victoria apareció muerta meses después a causa de una presunta sobredosis, tras llevar varios días desaparecida. En su diario, la menor detallaba que fue abusada por un número incalculable de hombres en un área de Manchester.
Ann Cryer, política laborista, denunció que la policía no dio importancia ni validez a los testimonios de las menores, evadían su responsabilidad escudándose en que se trataba de relaciones sexuales consentidas. Ello a pesar de tratare de niñas de 12 y 13 años – el consentimiento sexual se sitúa a partir de los 16 años-, en evidente estado de embriaguez y/o afectadas por otras drogas… Niñas abusadas, vejadas… Sometidas a mantener relaciones en las que la policía no veía ningún indicio de criminalidad.

Asimismo, atribuían la responsabilidad de la situación a sus progenitores, culpándolos de permitir que sus hijas fueran seducidas por hombres. Muchas de las denuncias estaban archivadas bajo la etiqueta de “No se requieren medidas”, encontrándose junto a otros documentos clasificados en los que se podían leer anotaciones del tipo “lleva tops cortos” o “su propio padre la llama golfa”.
Hay que señalar además que, por si este sufrimiento fuera poco, estas menores no solo eran violadas por el mencionado grupo de hombres captadores y los agresores a quienes se las hacían llegar. Al encontrarse frecuentemente en la calle, en los takeaways places y otro tipo de lugares públicos desde los que debían ser transportadas, las niñas también se veían expuestas con asiduidad a las violaciones y agresiones sexuales por parte de los taxistas que las llevaban de un lugar a otro.
En 2004, Maggie Oliver, ex agente de policía, investigó por libre estas denuncias y luchó para que los testimonios de estas chicas, abusadas y raptadas, fueran tenidos en cuenta. Porque, además de tratarse de casos sobre los que todo el mundo estaba al tanto, disponían de documentación suficiente que atestiguase lo sucedido.
En 2005, tras los juicios llevados a cabo a algunos de los agresores, el Partido Nacional Británico (en inglés: British National Party - BNP), partido político británico de extrema derecha, instrumentalizó estas denuncias para criticar las políticas que apostaban por el pluralismo cultural, asociando de este modo la etnia de algunos grupos a determinadas conductas violentas y contribuyendo a dirigir el odio de la población a las comunidades extranjeras.
En 2008, comienzan a relacionar los casos denunciados ese año con los descubiertos en el 2003 y 2004; una vez que el Crisis Intervention Team (CIT) (en español, el Equipo de Intervención de Crisis) detecta a decenas de chicas abusadas y afectada por la misma problemática.

En 2010, Andrew Norfolk, periodista del Times, comienza a investigar sobre los múltiples casos de abusos, teniendo muy presente que en su obligación moral con la sociedad debía publicarlo. En el transcurso de su investigación se percató de que la policía no había indagado ni tratado el asunto de forma coherente: los casos eran muy numerosos y se sucedían a lo largo de muchas ciudades inglesas. Uno de los policías implicados en la investigación de los mismos habla de que debían tratar el tema con delicadeza, puesto que cualquier agente que quisiera profundizar o denunciar era tachado de racista. De este modo, concluyó que tanto servicios sociales, como políticos y fuerzas de seguridad decidieron mirar para otro lado a fin de evitar la posibilidad de dar motivo a la extrema derecha para iniciar una guerra hacia la población migrante. Por supuesto, en el transito de eludir sus responsabilidades, olvidaron pararse a pensar ni por un momento en el sufrimiento que estas niñas estaban padeciendo.
Nazir Afzal (Fiscal Jefe de la Corona del Servicio de Fiscalía de la Corona (CPS) para el noroeste de Inglaterra de 2011 – 15), no sólo actuó como Fiscal Jefe en la Operación Chalice (en inglés Operation Chalice), sino que al mismo tiempo supervisaba la investigación hermana llamada Operación Span (en inglés Operation Span), en Rochdale. Allí la lista de víctimas alcanza ya la cifra de 1.500. En el documental, muestra su sorpresa ante cuestiones difícilmente creíbles: primera, la tolerancia o fácil aceptación con que la policía creía que una niña de 15 años accedía a convertirse en prostituta, admitiendo que haya podido tomar esa decisión libremente; y, segunda, que este hecho fuera bien visto por parte de la policía o de quien haya investigado. El propio Afzal define a los protagonistas de estos delitos como depredadores, un calificativo que se repite a lo largo del documental.
Así, en todo momento el documental incide en que estos depredadores tuvieron de su lado el silencio de las autoridades, puesto que lo sabían, eran conocedores de los hechos sin lugar a dudas, pero miraron para otro lado. Este silencio, la desatención al problema, la ocultación de los mencionados sucesos provocó que nadie escuchara a estas jóvenes y, en consecuencia, la inivisibilización total de su tormento y sus circunstancias.

Respecto a las personas que aparecen en el documental: Mohammed Shafiq permanece actuando como abogado de la comunidad paquistaní, Ann Cryer aun mantiene su compromiso y continua con su activismo político, Andrew Norfolk investigó durante tres años las bandas de captación de menores en la calle, Nazir Afzal abandonó su puesto en la fiscalía para ser consultor internacional de explotación sexual de menores, Maggie Oliver dimitió del cuerpo de policía de Manchester en 2012 y actualmente ayuda a las víctimas de captación, y Sara Rowbotham es miembro del Rochdale Borough Council y supervisa las escuelas, los servicios de salud y los servicios de atención.
Tanto en el documental como en los diversos artículos se relataban las torturas que estas niñas y adolescentes padecieron, narramos algunas a continuación:

(Te recomendamos saltarte este párrafo si has sido víctima de violencia sexual o sencillamente no te encuentras fuerte para leerlo ahora mismo).
Las menores fueron mordidas, asfixiadas, quemadas con mecheros y cigarros, golpeadas con bates de beisbol, torturadas con cuchillos de carnicero y con navajas, orinadas encima, penetradas vaginal, oral y analmente, penetradas con objetos como botellas rotas de cristal…
A su vez, eran grabadas en vídeo y fotografiadas mientras eran violadas en grupo, o filas de hombres esperaban su turno con ellas. ¡19 hombres violaron a la misma niña en una sola noche!
Concluimos este artículo con una triste estadística:
La policía cree que solamente se denuncia una de cada 20 agresiones sexuales.
Pero no queremos quedarnos únicamente en el desconsuelo y el abatimiento que este dato puede generar. Queremos ir más allá. Queremos invitaros a reflexionar sobre esta problemática y sobre la violencia sexual padecida por todas las mujeres del mundo, por el simple hecho de ser mujeres. Que este dato, que toda esta información, nos valga para no permanecer silenciadas e impasibles. Gritemos por nosotras mismas y en defensa de todas aquellas a las que no se les permite tener voz y denunciar su situación.

Además, si tienes interés por esta problemática y la situación actual vivida, te invitamos a escuchar nuestro podcast en el que compañeras Rapiegas mantienen una interesante tertulia sobre la misma. Aquí tienes el enlace:
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BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADA:
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