Hoy, 25 de noviembre, Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, queremos denunciar, en primer lugar, al que se llama a sí mismo gobierno más feminista de la historia por su falta de implicación, con un claro desvío de fondos del pacto de estado a otros intereses, y las alarmantes cifras de violencia que nos dejan:
90 feminicidios, sólo 50 de ellos reconocidos oficialmente, y ya más que en todo 2022.
39 no incluidos en la ley de viogen, 3 de los cuales son feminicidios por prostitución,
2.307 violaciones denunciadas en España en el primer semestre, una cada dos horas, casi un 4% más que el año pasado, con un escandaloso aumento de las violaciones grupales, también entre las cometidas por menores de edad en los últimos años.
Queremos, además, señalar y condenar tanto a los agresores y responsables de las continuas violencias que sufrimos a lo largo de todo el mundo solo por el hecho de haber nacido mujeres, como a los estados que se lucran y benefician de nuestra opresión y hacer un llamamiento a la sociedad en su conjunto para que deje de ser cómplice por inacción. Nos están matando.
Dicho esto, queremos hacer especial hincapié este año en una de las violencias más antiguas y extendidas por todo el mundo: la explotación sexual de las mujeres, que supone legitimar la práctica de la violación a cambio de una mera transacción económica, covirtiendo al sistema prostitucional en una de las industrias más poderosas y fructíferas del mundo.
Como datos, también alarmantes, de esta violencia, constatamos que, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), esta actividad supone 4.210 millones de euros cada año; voces expertas estiman que hay entre 120.000 y más de 400.000 mujeres en situación de prostitución en España. Y alrededor de un tercio de los hombres (el 32,1%) reconoció haber pagado por mantener relaciones sexuales, según el último estudio del CIS al respecto.
Además, el consumo del cuerpo de las mujeres está siendo renovado e intensificado por las redes sociales promocionando violaciones y agresiones a través de la pornografía, que se refuerza con las nuevas plataformas especializadas en la explotación del cuerpo de las mujeres como Onlyfans, y otras nuevas formas de prostitución como Sugar Baby.
A ESTE RESPECTO, DENUNCIAMOS
Que las principales víctimas del sistema prostitucional somos las mujeres.
Que las mujeres en prostitución son utilizadas como mera mercancía, compradas y usadas a costa de su integridad física, psicológica y sexual, donde no se reconoce su deseo, estando dominadas mediante dinámicas de abuso, manipulación y violencia por cualquier hombre con más dinero que ellas.
Que las vivencias de estas mujeres, tienen un impacto directo en su salud física y psicológica, generando graves daños, irreparables en muchas ocasiones, y dificultando a su vez su desarrollo personal y toda interacción social.
Que abrazar el mito de la libre elección es tremendamente clasista e individualista. Que todas las mujeres tienen derecho a ejercer su libertad sexual y nuestras leyes contemplan que la de algunas sea sacrificada en favor del deseo y la dominación masculina. El sometimiento y la violencia sexual no es trabajo, es misoginia.
Que la normalización de la prostitución favorece la desigualdad y agrede a toda mujer, perpetuando la idea de que todas nosotras somos susceptibles de convertirnos en objeto de consumo.
Que la pornografía es prostitución filmada y una escuela de violadores. Que venimos sufriendo desde la infancia y durante la adolescencia cómo la niña es educada en la idea de mujer como objeto de mercado, quela pornografía válida y legítima el papel de la mujer como sumisa, dispuesta a complacer los deseos sexuales del hombre. No debemos olvidar el modo en que la pornografía enmascara esta opresión y violencia a traves de la cultura BDSM, mostrándola como practicas sexuales inocuas.
Que pornografía y prostitución son el núcleo duro de la cultura de la violación: normalizan hasta tal punto la violencia sexual que todas las mujeres, sin excepción, quedamos a merced de una creencia perpetrada durante demasiado tiempo: todas tenemos un precio a cambio del cual tendrán derecho a someternos sexualmente.
POR TODO ELLO, EXIGIMOS:
Que la prostitución, como forma de explotación que es, debe ser abolida al igual que el resto de violencias patriarcales. Siendo la máxima expresión de violencia sexual, es vital una ley orgánica abolicionista del sistema prostitucional, como la que las feministas presentamos en iniciativa legislativa popular.
Que la prensa y los medios comiencen a condenar a puteros y proxenetas como agresores sexuales para ayudar en la reparación de las víctimas.
Que las instituciones garanticen el acceso de las mujeres a recursos y prestaciones; que se destinen fondos y se inviertan de manera efectiva en la rehabilitación y recuperación de las víctimas de una vida digna y libre de violencia, articulando las medidas necesarias para evitar las barreras burocráticas, idiomáticas y culturales habituales que vulneren el acceso a dichos recursos.
Que se prohíba la industria pornográfica y se ampare a sus víctimas bajo la misma Ley Abolicionista del Sistema Prostitucional y en las mismas condiciones, y que se restrinja en todo el estado el acceso a los contenidos pornográficos en Internet.
Que se reconozcan como víctimas de violencia machista a las mujeres que han sido sometidas al sistema prostitucional y a la pornografía.
En suma, por todo ello, EXIGIMOS lo que debería ser lógico, lo que debería ser la norma: Exigimos dignidad y humanidad.
¿Pedimos demasiado las mujeres y niñas de este mundo?
EXIGIMOS EL FIN DE LA EXPLOTACIÓN SEXUAL Y LA MERCANTILIZACIÓN DE NUESTROS CUERPOS.
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