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Foto del escritorJohanna Suárez González

¿Hace falta un Día Internacional por la eliminación de las Violencias contra las Mujeres?



A estas alturas pareciera que no hace falta demostrar la necesidad de un día como el 25N, Día Internacional por la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres. Aun así siempre hay que justificarlo, siempre hay quien se queja por su mera existencia, porque “pobrecitos hombres”. Hay un día contra el cáncer, contra el acoso escolar, contra el cambio climático... día del docente, día de la solidaridad con el pueblo palestino, de la conservación del jaguar, de las víctimas de la guerra química, de la seguridad de la información… ¿Hace falta explicar que esto no anula ninguna otra conmemoración ni lucha? ¿Que el cáncer no es más importante que otras enfermedades —que tienen su propio día y si no, ¡pídanlo!—? ¿Que el acoso escolar no merece más preocupación que otros tipos de acoso? ¿Que la docencia no es una salida laboral mejor ni peor que las demás? ¿Que todos los animales tienen el mismo derecho a que luchemos por su conservación —y eso hacemos—? ¿Que el pueblo palestino tiene nuestro apoyo como muchos otros? ¿Que las víctimas de la guerra química no son más víctimas que las de otras guerras u horrores? ¿Que no nos preocupa más la seguridad de la información que la tuya y la de tus huevos morenos, Manolo? Pero cualquier tema que se ocupe solo de las mujeres es un sacrilegio, aunque sea gritar “DEJEN DE MATARNOS” y una infinidad de atrocidades más que son nuestro día a día, por desgracia. Porque sí, quizá Not all men, pero sí todas las mujeres.


Sin embargo, este año se ha llevado el premio —qué maravilla el 2020, oigan—: Maradona, futbolista... y putero, pederasta, maltratador —reflejado en fotografías y vídeos disponibles en internet—, machista hasta para morirse, ha decidido hacerlo un 25 de Noviembre. Un golpe maestro. De repente el mundo se paraliza. Nos olvidamos de las asesinadas, las maltratadas, las abusadas, las violadas, las niñas casadas con hombres mayores, las prostituidas, las víctimas de mutilación genital femenina, las que no tienen voz ni rostro en una sociedad que las anula. Se ha muerto Dios. Será que soy atea, ¿Dios de quién? ¿Dios por qué? Uy perdón, disculpen, el fútbol, cierto…


¿Se imaginan que el día en que se llenaron las redes con el Black Lives Matter se muere un hijo de putero que se dedicara a dar palizas a personas negras —sí, dije negras, porque para mí, el color de piel no constituye un problema ni un insulto; si para usted sí, hágaselo mirar— y a demostrar constantemente su racismo? ¿Que hubiera vídeos y fotos que mostraran todo eso? ¿Que hubiera programados documentales sobre racismo en televisión con motivo de la lucha que se recuerda ese día —porque hay gente a la que hay que recordársela, no porque sea cosa únicamente del pasado— y fueran cancelados para endiosar a un señor tremendamente racista que se acaba de morir? ¿Que a todos los blancos del mundo —incluidos los que minutos antes compartían el luto con la imagen en negro en sus redes sociales y el hashtag en señal de apoyo a la población negra— se les olvidara todo y demostraran auténtica adoración a ese señor por medio de fotos, textos y lágrimas? ¿Que incluso desde los perfiles en redes de los líderes políticos que se dan palmadas en el pecho proclamando lo progres y de izquierdas que son le veneren como a un héroe? ¿Que el Black Lives Matter desapareciera en favor de la alabanza colectiva por la muerte de alguien que ejemplifica claramente por qué ese día es importante?


Y si la población negra les dijera: “Oye, ¿estamos locos o qué pasa aquí? Que este señor representa todo por lo que aún seguimos luchando. ¿En serio nos vais a joder la lucha hoy con esto?” ¿Acaso no entenderíamos todos que los afectados por el racismo nos afearan, como mínimo, nuestra actitud? ¿No se nos caería la cara de vergüenza ante esta muestra de la mierda de sociedad en que vivimos?


Pero hablamos de los derechos y las vidas de las mujeres. No se entiende que la mitad de la población del mundo estemos con los ovarios bien hinchados viendo cómo el 25N los hombres —incluidos todos los aliados y autoproclamados feministas, y desgraciadamente algunas mujeres— se han dedicado a darse golpes en el pecho alabando a Maradona, un pederasta, putero, del que hay un vídeo incluso maltratando a su pareja. No se entiende que nos indigne que, mientras nos siguen maltratando, violando, humillando de mil maneras y matando, el puñetero día en que alzamos la cabeza para recordarles que esto aún ocurre cada día, la mayoría diluyan hasta hacer desaparecer nuestra lucha, nuestra opresión, para ponerle un altar a un claro y conocido ejemplo de todo contra lo que luchamos.


Y las mujeres tenemos que entender que, con todo el paternalismo del mundo, muchos hombres nos digan: “claro bobas, sois una histéricas, era humano, y esos defectos lo hacen aún más grande”. Yo me pregunto, ¿debemos perdonar y pasar por alto a todos los puteros, violadores, maltratadores, pederastas, etc. que sean buenos en su profesión? ¿O depende de las profesiones? ¿O a este sí porque era famoso pero a los demás no? Ah, perdón, Manolo, a los que son amigos y familiares tuyos también. Se nos olvida que todos ellos tienen familia y amigos, que no son extraterrestres. Que por eso la sociedad los justifica a todos y cada uno. Miren, humano es tener defectos, contradicciones, cometer errores, hacerte daño a ti mismo. Joder la vida a mujeres y niñas es habitual, está extendido y normalizado, pero no es un defectillo ni una contradicción humana y comprensible. Y, hombres, lo sabéis —sí, considero que aquí es importante el tuteo—. La próxima vez que os refiráis a un maltratador/violador como un monstruo para no tener que sentiros interpelados, para sentir que no tenéis nada que ver con eso, nosotras os recordaremos que sí, que es humano, que para vosotros hacernos eso es humano, “un defecto que os hace más grandes”.


Puedo comprender que alguien defienda su papel como futbolista. Pero no es de eso de lo que se habla. Miren, no, no pueden hacer que en el Día de la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres importe una mierda eso y nos rasguemos las vestiduras de dolor porque un maltratador, putero y pederasta —lo tenía todo— ha muerto y ha de perdonársele todo como si fuera una persona excepcional, considerándole un símbolo del pueblo. ¿Símbolo de qué? ¿Qué pueblo? ¿Quién es ese pueblo? ¿Acaso la mitad de la población, las mujeres, no somos pueblo? Claramente se nos recuerda que ese pueblo son los hombres, que la agenda son los problemas y aficiones de los hombres. Incluso cuando logramos un hueco en la agenda para recordar lo que sufrimos las mujeres, como es el caso del 25N, cualquier acontecimiento en torno a los hombres nos borra. Las aficiones de hombres protagonizadas por hombres son más importantes que todo nuestro sufrimiento, hasta el punto de borrar el día contra las violencias que sufrimos para endiosar a quien representa todo aquello contra lo que luchamos. Lo que nos pase a las mujeres no importa. Lo que haga él a las mujeres no importa. Lo que los hombres y él concretamente le hagan a las mujeres no importa ni en el día en que recordamos que nos están matando. Patriarcado en estado puro, no somos ni ciudadanas de segunda siquiera.


A las que nos atrevemos a alzar la voz contra todo este sinsentido, porque nos hemos cansado de ser silenciadas, se nos repite el mismo mantra de siempre: que qué pesaditas, que nos callemos, que calladitas estamos más guapas, que este señor era un grande, que hay que respetar el duelo de su familia, que seguimos con el “he venido a hablar de mi libro”, que somos unas violentas… O aún peor. No hay más que ver qué ha ocurrido con Paula Dapena, la futbolista que se negó a homenajear a Maradona en el minuto de silencio. Paula ha sido amenazada de muerte. Todo por decidir no rendirle homenaje a una persona que no tenía ningún respeto por las mujeres. Se justifica la actitud de él y sus maltratos, se justifica olvidarnos el 25N de todas las mujeres maltratadas para ensalzarle a él, pero que una mujer se sienta libre de no hacerlo es imperdonable hasta el punto de que amenacen con matarla. ¿Puede imaginarse alguien una combinación más machista? Pues existe, porque mientras tanto, partidos políticos que pretenden representarnos niegan el minuto de silencio cada 25N por las víctimas de violencia machista. Y no tiene consecuencias. El rechazo de la violencia que sufrimos genera aún más violencia contra nosotras. Ellos pueden faltar el respeto a todas las víctimas impunemente. Luego la sociedad se pregunta por qué las mujeres no abandonamos a nuestros maltratadores, por qué no lo contamos, por qué no denunciamos, por qué lo permitimos… y no ven que esto es lo que recibimos cuando alzamos la voz contra el machismo y contra los agresores.


Vaya por delante que nadie pretende impedir pasar por el duelo a sus seres queridos, familia y amigos. No voy a entrar a juzgar a quien de verdad lo conociera y quisiera. Pero no vamos a tolerar que nadie nos diga que su vida vale más que las nuestras. No vamos a tolerar que nos amenacen con matarnos por no considerarlo un héroe. Y, sobre todo, no vamos a aceptar que su vida, por meter goles, valga más que la de algo más de la mitad de la población mundial. A todo el que piense así le recuerdo el duelo por cada una de las mujeres asesinadas, duelo que la sociedad este 25N no ha respetado. Le recuerdo nuestro propio duelo, aunque muchas sigamos vivas, por cada una de nuestras experiencias: parejas que nos han maltratado, violaciones, abusos, acosos… No es “mi libro”, ni “su libro”, no es un problema individual. Hablamos de un problema estructural, el libro de todas. Y debería serlo de todos. Y esto importa una mierda con tal de que no molestemos a los hombres y puedan seguir con sus privilegios en este mundo de hombres, hecho por y para hombres. Nos quieren calladitas. No somos violentas, aunque quizá debiéramos; no es nuestro miedo, es su miedo a que nos salgamos de nuestro sitio, ese en que nos colocan y encierran, el que los vuelve violentos a ellos.


Mirad, idos a la mierda un poquito ya, ¿sabéis por qué? Porque nos estáis matando, unos directamente y otros mediante la complicidad y camaradería con el agresor.


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