El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Se conmemora en esta fecha el asesinato de las hermanas Mirabal, por enfrentarse a la dictadura Dominicana, convirtiéndose en símbolo de la lucha frente a la violencia contra las mujeres. En 1993, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, definiendo este concepto y reiterando el derecho de las mujeres a la igualdad, la seguridad y la dignidad. En el año 2000, la ONU declaró por fin, de forma oficial, el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, considera violencia de género aquella que se ejerce sobre las mujeres, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, siendo ejercida sobre estas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia.
Sin embargo, la violencia machista abarca más situaciones que la violencia dentro de la pareja. Por lo tanto, la cifra negra es mucho mayor que la que indicaba hasta ahora la Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género, la cual, el pasado septiembre, se comprometió a hacer públicos los datos contabilizando también los feminicidios fuera de la pareja: el feminicidio sexual, el vicario, el familiar y el social.
Las feministas nos mantendremos atentas para comprobar que esta nueva contabilización incluya todo lo que promete, o muchos crímenes no demostrados se escaparán, como siempre, a ojos de las instituciones, de las etiquetas de machista o feminicidio. De momento hemos comprobado cómo nuestras advertencias se hacían realidad y algunos agresores ya no entrarán en las estadísticas gracias a las leyes autonómicas de autodeterminación de género, y no solo eso, sino que los delitos aparecerán reflejados como cometidos por mujeres.
A día de hoy, en lo que llevamos de 2022, ha habido 76 feminicidios en España.
Según el Portal Estadístico de Violencia de Género de la Delegación del Gobierno:
Sólo durante la primera mitad de año se habían puesto 87.508 denuncias, casi 12000 más que en el mismo periodo de 2021.
En su última contabilización en septiembre se habían realizado más de 78.000 llamadas al 016, suponiendo un incremento de 13000 llamadas con respecto al año pasado.
26 menores han quedado huérfanos a causa de la violencia de género.
La violencia contra la mujer no se reduce a los feminicidios. El acoso sexual en todos los ámbitos, la discriminación laboral, la brecha salarial, el techo de cristal, la violencia obstétrica, la explotación sexual mediante la prostitución y la pornografía, y el imaginario que construyen convirtiéndonos en víctimas constantes de violencia sexual; la explotación reproductiva, la falta de estudios médicos específicos sobre nuestros cuerpos, la patologización de nuestros procesos y de nuestro estado mental, el borrado y la incapacidad para nombrarnos, la usurpación de nuestros espacios, las amenazas para acallar a las feministas… Nos enfrentamos cada día, además, a nuevas formas de violencia, en las que las redes sociales juegan un importante papel.
Queremos hacer especial mención al caso de las mujeres en situación de prostitución. Desde el año 2000, más de 50 mujeres explotadas sexualmente han sido asesinadas en España, incluso aquellas que habían denunciado a sus proxenetas, y a pesar de ser testigos protegidas. Esto ocurre en nuestro país con más frecuencia de la que nos imaginamos, pero sus muertes apenas se contabilizan. No aparecen en ninguna lista.
No podemos olvidarnos de las terribles violencias que sufren las mujeres en contextos islámicos, o aquellas que llegan tras huir de allí a nuestro país. Tampoco podemos dejar de nombrar a las mujeres migrantes, que se ven obligadas a abandonar su tierra debido a las guerras imperialistas o al expolio de recursos por parte del neo-colonialismo. Queremos recordar a todas las mujeres y niñas cuyo sufrimiento, maltrato o abuso nuestra sociedad permite y justifica, tanto fuera como dentro de nuestras fronteras, bajo el amparo del relativismo cultural.
Los políticos e instituciones afirman apoyar la lucha contra las violencias que sufrimos las mujeres, sin embargo recortan los presupuestos o los destinan a otros fines, en ocasiones contrarios a la causa feminista. Se necesita verdadero compromiso político, hechos y no tuits cada vez que nos matan, para luchar contra el terrorismo machista. Se necesita voluntad, se necesita compromiso social… se necesita educación feminista.
Porque la Violencia Machista sigue suponiendo la mayor lacra social que existe actualmente y también el extremo de las desigualdades entre los sexos.
Por todo ello:
Exigimos que se acabe con todas las manifestaciones de violencia hacia las mujeres solo por el hecho de serlo.
Exigimos acompañamiento y protección a las mujeres víctimas de violencia machista, formación para todos los agentes implicados, así como unidades de valoración forense integrales. Se debe, también, reformar el sistema judicial, que nos revictimiza por ser mujeres. Es necesario crear nuevos juzgados especializados en violencia machista en todas sus instancias, con formación obligatoria para todo el personal que actúe en ellos. Si naturalizamos la violencia contra las mujere
s perdemos la oportunidad de vivir en una sociedad más justa y más libre.
Exigimos que se contabilicen todos los feminicidios en cumplimiento del Convenio de Estambul.
Exigimos medidas para la independencia económica de las mujeres maltratadas; un acuerdo entre la administración pública, los agentes sociales y las empresas para garantizar nuestra seguridad sin que suframos menoscabo en nuestros derechos laborales, estableciendo la obligatoriedad para todas las empresas de un plan de prevención y ayuda a las mujeres que sufrimos violencias machistas.
Exigimos una ley abolicionista de la prostitución que nos proteja a las mujeres y niñas de las redes de trata, de la explotación sexual por parte de puteros y proxenetas, y que no se disfrace su privilegio bajo el mito de nuestra libre elección. Esta ley ha de proveer a estas mujeres de todos los recursos necesarios para reinsertarse con garantías en la vida social y laboral.
Exigimos la protección de nuestras mujeres jóvenes, captadas para la prostitución desde Onlyfans, redes sociales, o la moda del Sugar Daddy, gracias al blanqueo social de estas prácticas y el falso discurso del empoderamiento.
Exigimos la abolición de la pornografía, violencia filmada y explícita contra las mujeres, que enseña a los hombres, adolescentes y niños a excitarse mediante el ejercicio de la violencia contra nosotras, y a nosotras a normalizarla.
Exigimos una educación sexual feminista, centrada en el mutuo deseo, el cuidado y el respeto. Basta de normalizar relaciones y prácticas no deseadas, que se llevan a cabo debido a la presión, la coacción, la necesidad económica o la sumisión a la que se nos aboca.
Exigimos que no se permita el uso de los vientres y cuerpos de mujeres con fines de gestación para otros. Ser madre, o padre, no es un derecho. Gobiernos y políticos deben poner fin a esta práctica que constituye un nuevo tipo de explotación, la explotación reproductiva de mujeres en situaciones de necesidad y que viola además los derechos de las infancias. Exigimos, también, que no se permita inscribir en nuestro país a los bebés nacidos a través de vientres de alquiler en el extranjero, práctica que se realiza desde 2010, a través del Colegio de Registradores y Notarios.
Exigimos la paralización de la llamada Ley Trans, por sexista, al afianzar por ley los roles tradicionales de género; por absolutamente misógina, al borrar el concepto sexo y a las mujeres, e imposibilitar que nos nombremos, luchar por nuestros derechos, espacios y todo lo que atañe a nuestros cuerpos; además de representar un enorme peligro para la infancia.
Reivindicamos el concepto mujer como hembra humana, concepto en el que no tienen cabida las subjetividades, solo la realidad material. Por ello, exigimos nuestro derecho a mantener nuestros espacios sin hombres, puesto que las violencias de estos contra nosotras vienen dadas precisamente por haber nacido mujeres: Se nos explota y agrede sexualmente porque consideran que tienen derecho al acceso a nuestros cuerpos, se nos explota reproductivamente por nuestra capacidad de gestar y parir; se nos maltrata porque se sienten nuestros dueños y nuestro papel es el de criar, cuidar, servir y dejarnos penetrar. Se nos asesina porque somos mujeres. Y ahora se nos silencia y se nos borra como golpe maestro para paralizar nuestra lucha y devolvernos a ese lugar invisible, a esa otredad, para eliminar todas las estadísticas, para impedirnos de nuevo nombrarnos a nosotras mismas, a lo que ocurre en nuestros cuerpos y a lo que nos hacen por ser mujeres.
Exigimos el abandono del discurso del relativismo cultural que ampara la misoginia contra las mujeres dentro y fuera de nuestro país. No cabe respeto hacia tradiciones que atentan contra la integridad física y psíquica de las personas, en este caso de mujeres y niñas. Convivimos, puerta con puerta, con niñas gitanas a las que se agrede sexualmente para realizarles la prueba del pañuelo. Nos aferramos en occidente a la libre elección mientras en Irán las mujeres son asesinadas por llevar el velo mal colocado o por protestar contra estos asesinatos. También, convivimos con cuatro mil niñas en riesgo de sufrir ablación genital, que la justicia de nuestro país desprotege y abandona. Exigimos que nuestro gobierno se oponga a regímenes misóginos totalitarios, los cuales persiguen, comercian, e incluso asesinan, a mujeres y niñas simplemente por el hecho de querer existir como seres libres en la sociedad. Que no caigan en el olvido la lucha de las mujeres afganas, kurdas, iraquíes, yemeníes o saharauis,y de todas las mujeres que viven actualmente en medio de un conflicto armado. Exigimos a nuestro gobierno que se distancie de los aliados occidentales que sustentan estos regímenes y gobiernos opresores y tenga como prioridad el apoyo a la lucha de estas mujeres en sus diferentes contextos.
Basta ya de permitir y justificar cada una de las violencias a las que se enfrentan las mujeres.
Seguimos reclamando justicia para todas las mujeres, por las que lucharon antes y las que se quedaron en el camino.
Hoy nos reunimos aquí varios grupos activistas, en la Plaza Mayor de Gijón, para exigir la erradicación de la violencia machista en todas sus formas. ¡¡¡¡¡¡ESTAMOS HARTAS!!!!!
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