La sumisión química de mujeres con el fin de agredirlas sexualmente no es ninguna novedad. Sí lo es esta nueva moda de suministrarnos la droga mediante un pinchazo. Proliferan actualmente las noticias sobre nuevos casos, instándonos a las mujeres a tener cuidado. En otros medios, se culpa de la situación al pánico social y la paranoia, mientras que ayuntamientos y organizaciones de eventos corren a desmentir los hechos y directamente los tachan de bulo, a pesar de las imágenes y explicaciones aportadas por las víctimas. Ante esto, se va a intentar poner un poco de cordura a tanta desinformación.
1.-Es una realidad, está ocurriendo y está suficientemente documentado. Hay mujeres a lo largo de todo el país, y de Europa, que tienen las marcas de los pinchazos, que han sufrido los síntomas, que se han despertado desorientadas, que han acabado en el hospital. Está ocurriendo.
2.- Que los agresores no siempre lleguen a consumar la violación, por el motivo que sea -porque la víctima esté prevenida y sepa actuar, porque no se quede sola, porque la droga no afecte como se esperaba, etc.- no resta veracidad a las agresiones.
3.- Que muchas veces no se detecten las sustancias inoculadas tampoco significa que los hechos sean mentira. Puede haber pasado demasiado tiempo desde el pinchazo, puede que la sustancia utilizada no sea una de las que se están buscando, puede no haberse inyectado suficiente cantidad… Si la víctima nota el pinchazo y está suficientemente alerta, se apartará de inmediato como acto reflejo, y son necesarios unos segundos para que la sustancia se introduzca en el organismo.
4.- Indudablemente, habrá muchos casos con intención real de cometer una violación, pero también muchos otros que sólo pretenden echarse unas risas y sentirse poderosos con nuestro miedo. Como la típica pandilla que, de noche, te persigue unos metros riéndose y gritándote o haciéndote comentarios, sabiendo que te mueres de miedo, conocedora de tu propia vulnerabilidad y de que, si algo grave te ocurre o no, depende únicamente de hasta dónde sean capaces de llegar ellos. Habrá graciosos que sólo pinchen con alfileres u objetos punzantes por la mera satisfacción de sentir el poder que tienen sobre la mitad de la población.
5.- Que no denunciemos, unido a todo lo anterior, no desmiente lo ocurrido. Es una realidad conocida por todos que la inmensa mayoría de las agresiones no se denuncian, máxime si no hay, o no creemos tener, suficientes pruebas.
6.- Es comprensible que las poblaciones que dependen del turismo y del consumo abundante en estas fiestas veraniegas, así como los propios eventos y la organización de estos, quieran desvincularse de los hechos y que el miedo generado en nosotras no ocasione pérdidas. También es esperable que la prensa se haga eco de estas declaraciones.
Pero:
⁃ Como se ha explicado, la falta de denuncias, de pruebas, o el no encontrar sustancias en el organismo de las víctimas no es prueba de que esto no esté ocurriendo o sea un bulo. No se puede desmentir.
⁃ Los pinchazos, con droga o sin ella, con intención de violar o de asustarnos, constituyen en sí mismos una agresión, que además tiene lugar masivamente.
⁃ En el caso de que no nos creáis y consideréis que es sólo fruto del pánico, esto os debería hacer reflexionar sobre qué hay detrás de ese pánico: lo agredidas y acorraladas que nos estáis haciendo sentir. Nos encerramos en casa, relegadas al ámbito privado, o somos víctimas potenciales. Y ese miedo es real.
⁃ Desmentir los hechos es cuestionar a la víctima, revictimizarla. En este caso, cuestionar a la mitad de la población.
Nosotras, las mujeres, las locas, las histéricas, las dramáticas y las vengativas. Las que nos inventamos agresiones, maltratos y violaciones, las que nos ponemos nerviosas y nos imaginamos que nos están haciendo algo, las que realizamos una denuncia falsa o si no denunciamos es que no ocurrió.
Las que siempre nos lo inventamos. Nosotras, las constantemente agredidas y acorraladas, que no somos creídas cuando alzamos la voz aún cuando los hechos ocurren ante vuestras narices de forma simultánea y masiva en todo el país.
¿Qué está pasando para que esto ocurra? ¿Para que no se haga nada por solucionarlo? ¿Para que os contentéis con pensar que quizá nos pinchan por hacer la gracia o que estamos asustadas sin motivo? ¿Ni siquiera se analiza y busca causa y remedio a estas agresiones? ¿Ni a ese miedo generalizado? ¿Lo normalizáis y aceptáis sin más? ¿Nos contentamos con desmentir, cuestionar y silenciar a las víctimas? ¿Y ya está?
Si se quiere lavar la imagen de los conciertos, festivales y demás eventos, las discotecas, bares y fiestas de los pueblos, si se quiere hacer sentir que son espacios seguros para las mujeres, se ha de dejar de cuestionar a las víctimas y de desmentir nuestros relatos de agresiones. Habrá que empezar por darnos voz y crédito, mostrar auténtico rechazo ante lo que está ocurriendo. Mostrar verdadero apoyo a las víctimas. Apoyo a las que sentimos miedo. Analizar y buscar las causas de lo generalizado de estas violencias y hacer todo lo necesario para que el espacio público sea realmente seguro para las mujeres.
Kommentare