The tale es una película escrita y dirigida por Jennifer Fox (1959). Es de naturaleza autobiográfica, ya que narra el abuso que su directora sufrió a los 13 años. Aunque en esta reseña no nos detendremos en las cuestiones formales del filme, no podemos dejar de mencionar la extraordinaria actuación de Laura Dern y Isabelle Nélisse (las actrices que encarnan a Jennifer Fox de adulta y niña, respectivamente), en perfecta sintonía con el potente guion.
Aparte de un visionado crítico de The tale nos hemos servido de una entrevista que Terry Gross (Fresh Air) mantuvo con Jennifer Fox en 2018 [1], con el fin de analizar la película desde su poiesis pues, como sabemos, «lo personal es político».
La idea de hacer una película surgió cuando la madre de Jennifer encontró un escrito que su hija había redactado para el colegio, en el cual narraba lo que por entonces la pequeña entendía como una «relación de amor». Sin embargo, y como es lógico, las alarmas de la madre se activaron, al igual que las de esa Fox de 45 años (en la actualidad tiene 60). Así lo cuenta ella en la citada entrevista:
«I think what was so incredible was that at 45 or 46, when I found the story again and my mother sent it to me, was here was this story that I wrote at 13 with no concept of abuse at all. It was a love story. It was a relationship. But when I looked at it with my adult eyes, there was abuse all over it. The story is very hidden, so it never says anything sexual happened, but it implies it. […] And so here I was, a 13-year-old, realizing I'd been through this event that had somehow destroyed an inner mechanism, and yet I was taking ownership of it».
Los pederastas eran un prestigioso atleta de cuarenta años (Bill, nombre ficticio) y una entrenadora (Sra. G, nombre ficticio) de equitación («ella era la gata que le llevaba los ratones», en palabras de una compañera de Jennifer) que entrenaron a nuestra protagonista durante el verano y el otoño de 1973.
Fox reconstruye la historia a través de una Jennifer adulta que trata de entender no solo lo que le ocurrió, sino el proceso psicológico por el que pasó (y sigue pasando). Los diálogos que mantiene con su madre y con ella misma con trece años nos sitúan en el presente y el pasado, lo que invita a la audiencia a analizar por sí misma los hechos. Así, Jennifer consigue conectar «la verdadera historia» con su vago recuerdo (sepultado por el trauma) a través de la reflexión sobre la memoria manipulada (por los propios abusadores y por ella misma para poder seguir adelante), las numerosas heridas del trauma, los tabúes y los límites del consentimiento.
A continuación, y a modo de resumen, exponemos los mecanismos llevados a cabo por los pederastas para perpetrar los abusos. La película arroja luz al respecto de forma magistral, pues se adentra en los problemas estructurales de esta sociedad, profundamente machista y que, de diversos modos, avala la pederastia.
Se establece una relación de AUTORIDAD y PODER entre los abusadores y la víctima:
—buscan una víctima con un perfil concreto: tímida, introvertida, leal, vergonzosa, inteligente, desencantada porque es consciente del mundo adultocéntrico en el que vive, etc. Sea como fuere, es una niña. Según la directora: «I was a silent kind of dark, quiet kid. I just wasn't getting the attention. These people poured attention on me, made me feel special. Now, if we extrapolate, that's also classic. That's the kid that gets preyed upon».
—la diferencia de edad entre los abusadores y la víctima es de 27 años;
—se muestran como personas a las que admirar (como modelo a seguir);
—son muy cariñosos con la víctima, pero canalizan su relación a través de la dura domesticación del cuerpo: la disciplina, la competición, la resistencia al dolor, etc. Obligan a forzar el cuerpo sin oponer resistencia, al igual que hace Bill con las violaciones a Jennifer.[2] Con esto consiguen anestesiar el dolor y dejar de escuchar al cuerpo, lo que codifican como estar cualificado para el deporte y «el amor», respectivamente. Estas son las palabras que Bill le decía a la niña mientras forzaba la penetración una y otra vez (obviamente, el cuerpo de Jennifer se colapsaba): «Nunca se gana sin perseverancia».
—una vez que la víctima interioriza todo esto, le hacen creer que se ha ganado pertenecer a un mundo de adultos muy especial, al que no todo el mundo ha conseguido acceder: es como un club secreto.
Los abusadores intentan igualarse a la víctima para hacer pasar el abuso por una relación de AMOR:
—tratan a la víctima como si ella fuera diferente a las demás: mejor en equitación, más inteligente, madura, divertida, etc. Le quitan la oportunidad de ser una niña como otra cualquiera;
—aprovechan que la niña no se siente entendida en su casa para que encuentre en ellos cierta estabilidad, confianza y amor;
—se siente querida y valorada, algo a lo que no estaba acostumbrada. En la entrevista Fox asegura: «I was so hungry for that kind of attention». Era la segunda hija de cinco y sentía que los adultos no la escuchaban. Sin embargo, sus entrenadores la habían elegido;
—hacen creer a la víctima que es acreedora de su respeto y de una relación de igual a igual; algo tan extraordinario que solo entienden ellos, por lo que debe llevarse en secreto;
—hacen ver a la víctima que es depositaria de su querer/admiración: parece que la víctima les debe algo. Reflexión de Jennifer (13 años) en la película:
«Creo que confío tanto en él, que nunca veo adónde me lleva. Y al llegar a ese punto, no sé cómo decir que no. Yo lo quiero, él me quiere».
—despojan a la víctima de descubrir por su cuenta en qué se basan las relaciones amorosas y el deseo sexual. En la entrevista reseñada, Fox menciona el narcisismo del violador y cómo esta actitud le podría haber llevado a pensar lo siguiente: «he thought he was introducing me to sex in a nicer way than any young boy would». La directora hace hincapié en entender los motivos psicológicos que llevan a un pederasta a perpetrar estos abusos, no para justificarlos, obviamente, sino para tratar de encontrar patrones de comportamiento que hagan más fácil la investigación de los casos de pederastia;
—Bill viola numerosas veces a la niña, aunque se muestra paciente y comprensivo, como si le estuviera haciendo un favor: «Aún no. Hay que seguir abriéndote despacio. Ningún chaval joven haría esto por ti»;
—el cuerpo de Jennifer reaccionó: ante la idea de ser violada por tres personas (un cuarteto planeado por los dos abusadores) enfermó y decidió cortar la situación. Después de cada violación vomitaba.
Cómo Jennifer reflexiona en la actualidad
—Jennifer estaba realizando un documental sobre las mujeres de todo el mundo y la sexualidad. Uno de los temas era si los abusos impedían a las mujeres disfrutar del sexo. A este respecto, resulta muy interesante el diálogo entre la protagonista y su madre, que asegura que Jennifer se expuso a algunos «excesos» a lo largo de su vida. Esta escena es ambigua, pero, independientemente de los prejuicios de la madre, la reacción de Jennifer confirma algunos comportamientos o prácticas guiados (de forma inconsciente) por el trauma;
—el trauma perdura. Jennifer se guía por las premisas de Bill, que decía huir de la monogamia y las «ataduras»: Jennifer no se casa, no tiene hijos, etc.
—Jennifer demuestra cierta reticencia a reconocerse como víctima: se miente a sí misma para «poder seguir adelante», prefiere verse como «heroína» (en la película) y como «superviviente» en la realidad. De lo contrario, asegura que hubiera sufrido una revictimización que no le hubiera permitido seguir adelante[3]:
«Gross: Looking back on it now, do you think you were a victim even though you didn't see yourself or were unwilling to acknowledge that you were a victim then?
Fox: I think the word victim scares me more than the event itself. […] It's almost again hard to find words, but by putting the word victim on a child or even an adult, you take away agency. And even though, technically, I had little agency because I was too young, the false even belief that you have agency is what keeps us alive and keeps us actually surviving and going beyond trauma. So when you make a child a victim, you destroy the thread that they have to get out of suffering. Sorry for this very archaic way —I don't have words for it— but, of course, technically, I was a victim. I don't use the word victim myself anymore. I use the word survivor because survivor is what I feel like. I got in. I got out. I survived. […] It doesn't mean there isn't damage. It doesn't mean there isn't a hurt. It doesn't mean there aren't things that I was traumatized about»;
—Jennifer había olvidado que su cuerpo se rebelaba: vomitaba con asiduidad, tenía temblores, aparte de los efectos «directos» producidos por las violaciones. Así lo explica la directora:
«I didn't even know what sex was. I'd never been kissed by a boy. But when he began touching me in any way, my body froze. The only way not to squirm away was to tense down on everything and hold my breath».
En la película, la niña llega a asegurar: «Mi cuerpo me había dicho lo que mi mente se negaba a aceptar. Estoy cansada, muy cansada. Cansada hasta el punto de tener miedo»;
—la protagonista adulta va cogiendo fuerza y se deshace de la culpa y vergüenza para contarlo: «Necesito saber qué pasó». Cuando intenta recordar está tan anulada que no tiene una visión de ella misma, es incapaz de verse, de sentirse, de saber qué pensaba;
—desentierra los recuerdos y busca más víctimas: deja de callarse, invisibilizarse, silenciarse, anularse, etc.
—en la penúltima escena, Jennifer acude a un acto de homenaje a Bill y trata de desenmascararlo, aunque los asistentes no hacen nada y se siente incomprendida. Y lanza unas palabras para interpelar a otras víctimas: «¿Qué, Bill no entrenó a nadie más?». Como comenta en la entrevista, esta escena de confrontación no ocurrió. Nunca se dirigió a sus abusadores como tales, entre otros motivos, porque quería seguir investigando. De lo contrario, podrían haberla demandado y habría puesto en peligro la producción de su película, que sirve de curación para muchas otras víctimas.
[1] La entrevista que hemos consultado es la siguiente: A «Tale» Of Child Sex Abuse Was Inspired By Filmmaker's Real-Life Trauma [transcripción de la entrevista realizada por Terry Gorss a Jennifer Fox, 8/VIII/2018. Disponible en <https://www.npr.org/transcripts/636536848?t=1609697456819>. Todas las referencias a una entrevista se corresponden con esta, por eso no la citaremos en cada caso.
[2] En la entrevista, Jennifer Fox explica que prefiere hablar de abuso y no violación. El motivo que esta expone es que la palabra «violación» define un delito (a nivel legal), pero esconde toda la manipulación llevada a cabo por los abusadores, como hacer creer a su víctima que es amada. Sin embargo, en este escrito utilizaremos ambos conceptos ya que, sin desatender la argumentación de la directora, pensamos que no solo son incompatibles, sino complementarios, sobre todo, si tenemos en cuenta la situación legal española al respecto.
[3] Entendemos perfectamente el planteamiento de Jennifer, aunque insistimos en la importancia de llamar a las cosas por su nombre (en este caso, víctima) para tomar conciencia y poder luchar contra ello. Sobra decir que esto ha de ir acompañado de ayuda profesional, con un enfoque crítico y feminista, y de una educación basada en la construcción de una sociedad concienciada e igualitaria.
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